miércoles, 21 de octubre de 2015

Las manos v a c í a s .

Haber dado tanto... Para haber recibido tan poco.
                                                        Eso duele.


Supongo que a veces, cuando arriesgamos por alguien, por algo, pensando en que esta vez sí que saldrá bien... Nos exponemos a algo llamado: DAÑO.

También supongo que aquello de ir rápido, sin frenos, finalmente nos lleva a estamparnos, de cara a la pared.
Y ahora me pregunto... ¿Porqué fui tan rápida? ¿Porqué di tanto en tan poco tiempo?
Por suerte, son preguntas que no me llevan a otras, estas me llevan a la respuesta de que a veces el querer no entiende de velocidad, ni de cantidad...

Es como firmar un contrato, y así, a lo loco, lo firmas, confirmando así que a partir de X momento vas a querer, y lo vas a hacer bien.
Eso sí... Con las prisas, la ilusión, y todo eso...
Olvidas leer la letra pequeña, sí, esa... dónde pone la ostia que te vas a pegar.

Lo olvidé, olvidé leer a qué me arriesgaba, a lo que me enfrentaba.
                                                                                Lo olvidé...

Y con las manos vacías, resulta que así es como finalizan ciertas historias.
Resulta que así es como nos dejan cuando damos tanto y recibimos tan poco.
Esta claro que cuando llevábamos tanto amor guardado dentro, tantas caricias, tantos besos, y sobretodo tanto amor... Cuándo creemos que llega alguien especial, le entregamos todo esto, a lo loco, sin temer si esa persona va a saber valorarlo como tu esperas, sin saber si eso va a ser recíproco, sin saber que finalmente te quedarías con...

Con las manos vacías...

Y ahora, lo difícil va a ser volver a recoger las ruinas de este desastre, y volver a hacer que todo esté como antes.




No hay comentarios:

Publicar un comentario